lunes, 16 de mayo de 2016


                       La antigua farsa.
 Literatura: El teatro en el Barroco.

1.       Lope de Vega. Biografía.
2.       La comedia nueva. Características.
3.       Temas y obras del teatro de Lope.
4.       Personajes de la comedia lopesca.
5.       Tirso de Molina. Biografía.
6.       Características de su teatro. La creación de don Juan.
7.       Calderón de la Barca. Biografía y producción dramática.

1.     Lope de Vega. Biografía


Félix Lope de Vega y Carpio nació en Madrid el 25 de noviembre de 1562 y murió el 27 de agosto de 1635. Fue hijo de Félix de Vega, bordador de profesión, y de Francisca Fernández Flórez, naturales de Santander. Tras una breve estancia en Valladolid, su padre se mudó a Madrid en 1561, a la recién estrenada Corte.
Niño muy precoz, además de escribir versos, leía latín a los cinco años. A los doce escribe comedias. Es posible que su primera comedia fuese, como el mismo Lope afirmaría en la dedicatoria de la obra a su hijo Lope, El verdadero amante. Su gran talento le lleva a la escuela del poeta y músico Vicente Espinel, en Madrid, a quien siempre citó con veneración. Continúa su formación en el Estudio de la Compañía de Jesús, que más tarde se convierte en Colegio Imperial. Cursa después estudios de teología en la Universidad de Alcalá de Henares, pero no logra ningún título. Quizá su conducta desordenada y mujeriega le hace poco apto para el estudio. Así que quienes le financian su formación, dejan de hacerlo. Así, Lope no consigue el grado de bachiller y para ganarse la vida tiene que trabajar como secretario de aristócratas o escribiendo comedias y piezas de circunstancias. En 1583 se alista en la marina, en medio de una guerra contra Portugal y pelea en la batalla de la Isla Terceira a las órdenes de su futuro amigo don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz.
                Elena Osorio fue su primer gran amor a los 17 años, la "Filis" de sus versos, separada entonces de su marido, el actor Cristóbal Calderón; Lope pagaba sus favores con comedias para la compañía del padre de su amada, el empresario teatral Jerónimo Velázquez. En 1587 Elena aceptó casarse por conveniencia con el noble Francisco Perrenot, sobrino del poderoso cardenal Granvela. Un despechado Lope de Vega hizo entonces circular contra ella y su familia unos libelos[1].
Denunció la situación en su comedia Belardo el furioso y en una serie de sonetos y romances pastoriles y moriscos, por lo que un juez lo envió a la cárcel. Reincidió y un segundo proceso judicial en 1579 fue más tajante: lo desterraron ocho años de la Corte y dos del reino de Castilla, con amenaza de pena de muerte si desobedecía la sentencia. Lope de Vega recordaría años más tarde sus amores con Elena Osorio en su novela dialogada, La Dorotea. Sin embargo, por entonces, estando en Valencia, ya se había enamorado de Isabel de Alderete y Urbina, hija del pintor del rey Diego de Urbina, con quien se casó el 10 de mayo de 1588 tras raptarla con su consentimiento. En sus versos la llamó "Belisa". Ese mismo año intentó reanudar su carrera militar alistándose en la Gran Armada, en el galeón San Juan. Por entonces escribió un poema épico en octavas reales: La hermosura de Angélica, que pasó desapercibido.
Con Isabel de Urbina vivió en Valencia y allí siguió perfeccionando su fórmula dramática, asistiendo a las representaciones de una serie de autores pertenecientes a la llamada Academia de los nocturnos, como Francisco Agustín Tárrega, el secretario del Duque de Gandía Gaspar de Aguilar, Guillén de Castro, Carlos Boil y Ricardo de Turia. Aprendió a desobedecer la unidad de acción narrando dos historias en vez de una en la misma obra, el llamado imbroglio o embrollo italiano.
Tras cumplir los dos años de destierro de Castilla, Lope de Vega se trasladó a Toledo en 1590 y allí sirvió al marqués de Malpica y, algún tiempo después, al quinto duque de Alba, don Antonio de Toledo y Beamonte. Para esto se incorporó como gentilhombre de cámara a la corte ducal de Alba de Tormes, donde vivió entre 1592 y 1595. En este lugar leyó el teatro de Juan del Encina, del que tomó el personaje del gracioso o figura del donaire, perfeccionando aún más su fórmula dramática. En el otoño de 1594, murió Isabel de Urbina de sobreparto. Escribió por entonces su novela pastoril La Arcadia, donde introdujo numerosos poemas.
En diciembre de 1595, cumplió los ocho años de destierro de las Cortes y regresó a Madrid. Al siguiente año, allí mismo, fue procesado por vivir sin estar casado con la actriz viuda Antonia Trillo. En 1598 se casó con Juana de Guardo, hija de un adinerado abastecedor de carne de la Corte, lo que motivó las burlas de diversos escritores como Luis de Góngora, ya que al parecer era una mujer vulgar y todos pensaban que Lope se había casado por dinero. Tuvo con ella, sin embargo, un hijo muy querido, Carlos Félix, y tres hijas.
Volvió a trabajar como secretario personal de Pedro Fernández de Castro y Andrade, en aquel momento Marqués de Sarria y futuro Conde de Lemos, y allí permaneció hasta 1603. Se enamoró de Micaela de Luján, la "Celia" o "Camila Lucinda" de sus versos; mujer bella, pero inculta y casada, con la cual mantuvo relaciones hasta 1608 y de la que tuvo cinco hijos, entre ellos dos de sus predilectos: Marcela (1606) y Lope Félix (1607).
Durante varios años, Lope de Vega tuvo que trabajar muy duro para poder mantener a sus múltiples amantes (muchas de ellas actrices), hijos legítimos e ilegítimos; escribió poesía lírica y comedias, impresas éstas, muchas veces sin corregir.
A los treinta y ocho años pudo al fin corregir y editar parte de su obra sin los errores de otros. Como primer escritor profesional de la literatura española, pleiteó para conseguir derechos de autor sobre quienes imprimían sus comedias sin su permiso. Consiguió, al menos, el derecho a la corrección de su propia obra.
En 1605 entró al servicio de Luis Fernández de Córdoba y de Aragón, duque de Sessa. Esta relación le atormentaría años más tarde, cuando tomó las órdenes sagradas y el noble continuaba utilizándole como secretario y alcahuete, de forma que incluso su confesor llegaría a negarle la absolución.
En 1609 leyó y publicó su Arte nuevo de hacer comedias, en el que describió con lujo de detalles su concepción del teatro, en el que rompió con varios esquemas clásicos, comenzando a mezclar lo trágico y lo cómico, e ingresó en la "Cofradía de Esclavos del Santísimo Sacramento" en el oratorio de Caballero de Gracia, a la que pertenecían casi todos los escritores relevantes de Madrid. Entre ellos estaban Francisco de Quevedo, que era amigo personal de Lope y Miguel de Cervantes. Con éste último, tuvo unas relaciones tirantes a causa de las alusiones antilopescas de la primera parte del Don Quijote (1605).
La segunda década del siglo XVII, son fechas de una profunda crisis existencial, impulsada quizá por la muerte de parientes próximos y que le inclinaba cada vez más hacia el sacerdocio. A esta inspiración responden sus Rimas sacras y las numerosas obras devotas que empieza a componer, así como la inspiración filosófica que asoma en sus últimos versos. En 1612 Carlos Félix murió de fiebres. El 13 de agosto del año siguiente, falleció Juana de Guardo, al dar a luz a Feliciana. Tantas desgracias afectaron emocionalmente a Lope, y el 24 de mayo de 1614 decidió al fin ser ordenado sacerdote. Lope medita profundamente sobre su vida, está muy arrepentido y renuncia a seguir escribiendo.
En sus últimos años de vida Lope de Vega se enamoró de Marta de Nevares, en lo que puede considerarse "sacrilegio" dada su condición de sacerdote; era una mujer muy bella y de ojos verdes, como declara Lope en los poemas que le compuso llamándola "Amarilis" o "Marcia Leonarda", como en las Novelas que le destinó. En esta época de su vida cultivó especialmente la poesía cómica y filosófica, meditando sobre la vejez y su alocada juventud en romances como las famosas "barquillas".
En 1627 ingresó en la Orden de Malta, honor enorme para Lope, en cuyo retrato más difundido viste precisamente el hábito de San Juan. EL interés de Lope por las órdenes de caballería en general, y por la de Malta en particular, le llevó a escribir entre 1596 y 1603 la pieza teatral "El valor de Malta", ambientada en las luchas marítimas que la Orden mantuvo por todo el Mediterráneo con los turcos.
A pesar de los honores que recibió del rey y del papa los últimos años de Lope fueron infelices. Sufrió que Marta se volviera ciega en 1626, y muriera loca, en 1628. Lope Félix, hijo suyo con Micaela de Luján y que también tenía vocación poética, se ahogó pescando perlas en 1634 en la isla Margarita. Su amada hija Antonia Clara, fue secuestrada por un hidalgo, novio suyo, para colmo apellidado Tenorio. Sólo una hija natural suya, la monja Marcela, le sobrevivió.
Lope de Vega murió el 27 de agosto de 1635 en su casa de la calle de Francos en Madrid, cuando contaba setenta y tres años. Las honras fúnebres las costeó el duque de Sessa y se convirtieron en un homenaje multitudinario. Doscientos autores le escribieron elogios que fueron publicados en Madrid y Venecia. Fue enterrado en la iglesia de San Sebastián de Madrid. Decir "Es de Lope" indicaba, en la época, que algo era excelente. Cervantes, a pesar de su antipatía por Lope, lo llamó "el monstruo de la naturaleza" por su fecundidad literaria.
2.   La comedia nueva. Características.
Lope fue el máximo exponente, junto a Tirso de Molina y Calderón de la Barca, del teatro barroco español. Sus obras siguen representándose en la actualidad y constituyen una de las más altas cotas alcanzadas en la literatura y las artes españolas. Fue también uno de los grandes líricos de la lengua castellana y autor de muchas novelas.
Se le atribuyen unos 3.000 sonetos, 3 novelas, 4 novelas cortas, 9 epopeyas, 3 poemas didácticos, y varios miles de comedias, _1.800 según Juan Pérez de Montalbán _. Fue amigo, aunque con limitaciones, de Quevedo y de Juan Ruiz de Alarcón, pero no tenía buena opinión de Góngora y fue envidiado por Cervantes ya que no estrenaba comedia en Madrid por la extraordinaria fama de Lope. Fue padre de la también dramaturga sor Marcela de San Félix.
Lope quiso crear un teatro mayoritario, esencialmente popular y nacional, pero con calidad poética. Escribió sus obras de teatro fundamentalmente para deleitar al público. Sus rasgos fundamentales son:
·         Ruptura con las normas clásicas. Lope expuso su fórmula de hacer teatro en El Arte nuevo de hacer comedias, de 1609 donde señala que mezcla elementos del drama anterior con abundantes innovaciones. Lope era consciente de que su teatro tenía como objetivo gustar al público. Esta nueva norma quedó fijada como norma de todo teatro del siglo XVII.
·         Rechazo de las tres unidades. Según Aristóteles y los renacentistas, la obra dramática debía reflejar las unidades de lugar, tiempo y acción; esto es, tenía que desarrollarse en único espacio/decorado, en un tiempo máximo de un día, debía exponer un único conflicto o tema. Lope hace todos los cambios que considera que son del gusto del público. Así, respecto al lugar introduce numerosos escenarios que aportan dinamismo y vistosidad al espectáculo; en cuanto al tiempo, Lope lo alarga todo lo que le conviene. La unidad de acción es la más respetada por Lope, aunque, en general, junto a la acción principal, establece una secundaria que le sirve de contraste.
·         La obra se representa en tres actos, en lugar de los cinco actos del teatro clásico. A grandes rasgos, los actos corresponden a la exposición, nudo y desenlace del argumento, aunque aconseja que hasta la mitad del tercer acto nadie pueda prever el final.
·         Mezcla lo trágico y lo cómico. Frente a la tajante división clásica, que imponía tonos absolutamente diferenciados a la tragedia y la comedia, en el teatro de Lope se mezclan tonos y ambientes diferentes.
·         Uso de diferentes tipos de versos, o sea, polimetría. La obra está exclusivamente escrita en verso; predomina en ella el octosílabo, si bien hay una muestra abundantísima de otros metros. En general, el tipo de verso se adapta con enorme habilidad a la situación.
·         El decoro es la adecuación entre el personaje y su forma de hablar. Cada personaje debe usar un lenguaje que lo caracterice, y que dé verosimilitud y variedad a la obra.
·         La figura del gracioso o del donaire. Es un personaje que proviene de la evolución y profundización del bobo de Lope de Rueda, y a veces alcanza bastante complejidad.
·         Intercalación de elementos líricos: introducción de canciones y bailes que animan y dan colorido y vistosidad al espectáculo.
3.   Temas y obras de Lope.

De las 1.500 obras dramáticas que Lope dijo haber escrito, se conservan 426, de las que sólo son seguras 314 comedias y 42 autos sacramentales; todas son muy difíciles de fechar. Lope de Vega defendía la libertad en la elección de temas, y su teatro presenta una temática variada: religiosa, histórico-legendaria, de amor y enredo, pero el autor opinaba que los temas que más conmovían al público eran los conflictos de honra y honor.
______ Según los temas, las obras de Lope de Vega se clasifican en los siguientes grupos:
El tema religioso y mitológico.
El tema religioso aparece en obras sacramentales y en comedias. Algunas dramatizan vidas de santos y otras recogen leyendas de origen medieval. También escribe dramas de inspiración bíblica. Su religiosidad es siempre de tipo popular, en estas obras la ternura o la emoción humana desempeñan un importante papel y también abundaban los más sorprendentes milagros y con ellos ofrecía a su público una prueba evidente del poder y de misericordia de Dios. 
Destacan: El robo de Diana, Los trabajos de Jacob, El rústico del cielo, La hermosa Esther o El nacimiento de Cristo.
De tema mitológico son: Las mujeres sin hombres (sobre las amazonas), El marido más firme (Orfeo), El laberinto de Creta o El amor enamorado (Dafne)
Las comedias de historia y leyendas: La honra y el honor
Muchas las encontramos ambientadas en la Edad Media y están basadas en asuntos que toma de las leyendas, de las crónicas, etc. En este tema se pueden incluir también los dramas del poder injusto, son aquellos que plantean conflictos entre el pueblo y la nobleza. En los casos en que el pueblo se rebela contra un noble tirano. Normalmente el rey acaba dando la razón a alguno de los dos bandos. En los casos en que le da la razón al pueblo la figura del rey queda fortalecida y éste es aclamado por el pueblo, porque representa la justicia frente al abuso feudal de algunos nobles. Es decir, en este sentido cumple la función social de apuntalar la monarquía absoluta frente al poder de algunos nobles indignos. En estas obras en ningún momento se cuestionará la figura del monarca ya que cuando es el rey quien representa al poder injusto, la ofensiva queda sin venganza.
Destacan: El último godo, El bastardo Mudarra, El mejor alcalde, el rey, El mejor mozo de España, El Caballero de Olmedo. Fuente Ovejuna, Peribáñez y el comendador de Ocaña, El villano en su rincón, etc.
Las comedias contemporáneas de amor y enredos.
Son obras llenas de equívocos e intrigas que se sitúan en ambientes rurales o urbanos de la época y que giran en torno al tema amoroso, con muchachas que se disfrazan de hombres, encuentros fortuitos, visitas inesperadas, fiestas o romerías, etc. Suelen tener un tono desenfadado y un final feliz. Entre las obras de este tema destacan El acero de Madrid, El perro del hortelano, La dama boba.
Mientras, viejo y cansado, cuida a Marta de Nevares, ultima Lope una obra maestra, elaborando tal vez materiales muy anteriores: La Dorotea (1632, año en que muere Amarilis), donde evoca sus amores mozos con Elena Osorio. La denominó «acción en prosa»; está dividida en cinco actos, y es un largo texto irrepresentable, en la estela de La Celestina, en donde los personajes son los protagonistas de aquellos episodios juveniles.
Lope no dejó de escribir hasta cuatro días antes de su muerte. Muchos de estos poemas de los últimos tiempos se publicaron póstumamente en La vega del Parnaso (1637).

4.   Personajes de la comedia lopesca.
Los personajes más habituales en la comedia del siglo de Oro son:
ü  El Rey, si es joven, es un galán soberbio y a veces injusto; si es viejo, es prudente y necesario para restablecer la justicia. Representa el poder. Establece el orden y la justicia.
ü  El Galán reúne todas las virtudes que se esperan de él: juventud, generosidad, paciencia, capacidad de sufrimiento, etc. Los sentimientos que le mueven son: amor, celos y honra.
ü  El Noble poderoso (Antagonista), orgulloso de su linaje, suele ser un noble que abusa de su poder, luego es tirano y malvado. Su papel en la comedia es negativo. Sólo puede castigarle el rey.
ü  La Dama, complemento femenino del galán, es noble, idealista, audaz y constante. Salvo raras excepciones (El perro del hortelano), los personajes femeninos responden a la pasividad social que tenían en su tiempo. Es muy habitual el personaje de la mujer que se disfraza de hombre para realizar acciones masculinas como la defensa de su honra. Esta mujer varonil suele crear situaciones de enredo muy del gusto de la época.
ü  El Caballero o Hidalgo. Mantiene el orden familiar, aparece como padre, hermano o esposo, que vela por el honor y la honra de la familia. Suele ser el protagonista en las obras de honor. En algunas obras de ambiente rural este papel lo cumple el Villano, el hombre del pueblo que representa la honradez y el sentido moral.
ü  El Gracioso o figura del Donaire es el tipo por antonomasia de la comedia española. Suele ser el criado del galán, pero también su consejero y amigo y su contrapunto en el carácter. Es ingenioso, cobarde, ama el dinero, los placeres y la comida. Suele emparejarse con la criada de la dama. Sus intervenciones rompen la tensión y el dramatismo.
ü  La Criada, es la confidente y acompañante de la dama que desempeña una especie de papel de gracioso en mujer. 
5.   Tirso de Molina. Biografía.
Gabriel Téllez (Madrid, 1579-Almazán, Soria, 1648), conocido en el mundo literario con el pseudónimo de Tirso de Molina, tuvo una andadura vital, a diferencia de Lope de Vega, con pocos sobresaltos.
De origen humilde ingresó de joven en el convento madrileño de la Merced, de ahí que fuera fraile mercedario. A partir de este momento su vida irá ligada a los designios de sus superiores, cuyos dictados Tirso cumplió siempre con dignidad y obediencia. Recorrió un buen número de conventos mercedarios (Guadalajara, Toledo, Soria, Segovia, Sevilla, Trujillo, Cuenca, etc.) ocupando el cargo de comendador en alguno de ellos. Junto con Madrid fue Toledo la ciudad preferida de Tirso. Ahí pasó una de sus épocas más felices: entregado a su vocación religiosa, a la lectura, a la producción teatral, a la enseñanza y al trato con los amigos. En esta ciudad se encuentra cuando es seleccionado para una misión pastoral en la isla caribeña de Santo Domingo (1616-1618).


De este modo, Tirso es uno de los pocos escritores barrocos que tuvo la oportunidad de conocer de cerca la realidad del Nuevo Mundo. A ella se referirá en algunas de sus comedias, sobre todo, en la Trilogía de los Pizarro (1626-1629) y en la Historia general de la Orden de la Merced (1639), obra que Tirso escribe en su condición de cronista general de la Orden.                                                      


El único suceso grave ocurre en 1625 cuando la Junta de Reformación de las costumbres ataca al mercedario por dedicarse a escribir «comedias profanas y de malos incentivos». Ello le obliga a Tirso a trasladarse fuera de la corte, en concreto a Sevilla. Años después (1627-1636) aparecen, hasta un total de cinco, los sucesivos tomos o partes que recogían el grueso de su producción teatral, así como su miscelánea[2] de carácter religioso Deleytar aprovechando (1635), de estructura parecida a su gran miscelánea profana los Cigarrales de Toledo (1624).
Sus últimos años los pasa como comendador del convento de Soria. Y a principios de 1648 cae enfermo en el convento soriano de Almazán, donde muere.
6.    Características de su teatro.
Tirso de Molina supo armonizar a la perfección su condición de fraile mercedario y de escritor de comedias, de las que llegó a escribir cerca de 400 según su propia confesión, aunque sólo nos han llegado unas sesenta. Dentro de la historia de la comedia española constituye una de las cumbres junto con Lope de Vega y Calderón de la Barca. Siempre se mostró orgulloso de su talento literario y defendió con ahínco la comedia nueva frente a los ataques de los clasicistas. En su opinión, la comedia se configura como un espectáculo total y globalizador capaz de atraer a todos los espectadores de los corrales de comedias. La tarea del comediógrafo ha de ser la de entretener, divertir, provocar la admiración de ese público heterogéneo, exigente y bullicioso. Y es precisamente ahí donde radica el valor fundamental del teatro tirsiano, en haber elaborado unos mundos cómicos, unas acciones coherentes y complejas, un universo de burlas y enredos admirable. Lo que sobresale, pues, en su teatro es el humor refinado, las situaciones atrevidas, el gracejo de los personajes rústicos y de los criados urbanos, la atmósfera de juego y diversión que reina en buena parte de su producción teatral, en fin, la riqueza de los medios lingüísticos plagada de creaciones originales. A este propósito vienen bien las palabras que su gran amigo Juan Pérez de Montalbán dejara escritas en los preliminares de la Parte IV de las comedias de Tirso, en las que elogia las piezas teatrales del mercedario del siguiente modo: «lo sentencioso de los conceptos admira, lo satírico de las faltas corrige, lo chistoso de los donaires entretiene, lo enmarañado de la disposición deleita, lo gustoso de las cadencias enamora, y lo político de los consejos persuade y avisa, siendo su variedad discreta como un ramillete de flores diferentes que, además de la belleza y la fragancia, aficiona con la diversidad y la compostura».
Todas estas características están presentes en sus comedias más conocidas y admiradas:


Don Gil de las calzas verdes.
Marta la piadosa.
Mari Hernández, la gallega.
La celosa de sí misma.
Celos con celos se curan.
El vergonzoso en palacio.
La villana de la Sagra.
El condenado por desconfiado.
La prudencia en la mujer.
Los amantes de Teruel.
Cigarrales de Toledo.
El amor médico.
Los balcones de Madrid.
Esto sí que es negociar.
El mayor desengaño. Quien no cae no se levanta.


Bien es cierto que Tirso también escribió piezas teatrales serias, entre la que destacan El burlador de Sevilla y convidado de piedra, la pieza que más fama le ha dado al llevar a las tablas al mítico don Juan Tenorio.
                Don Juan es un joven noble que conquista a diversas mujeres mediante el engaño y las abandona después. Para ello, suplanta la personalidad de sus amantes, realiza promesas falsas, traiciona a sus amigos, etc. En uno de estos enredos mata al comendador de Calatrava, el padre de doña Ana, una de las damas a las que engaña. Pero la temeridad de don Juan alcanza un grado aún más extremo: se burla de la estatua que representa al comendador en su sepulcro y la invita a cenar. La estatua, que cobra vida, asiste al encuentro concertado en la posada de don Juan y le ofrece a su vez a este una cena en su capilla. Don Juan acude también a su cita; en ese momento, la estatua le toma la mano y lo lleva al infierno. Así, el comendador, convertido en el convidado de piedra, es el encargado de ejecutar el castigo que el protagonista merece y que proviene del Más Allá.
Esta obra ha sido interpretada, desde una perspectiva moral, con el ejemplo de la necesidad de actuar de forma virtuosa para lograr la salvación eterna. La condena de su protagonista supone la consecuencia lógica de una vida entregada al pecado y despreocupada de la muerte, hecho que el Barroco quiere hacer siempre presente.
Asimismo, en la obra se defiende el concepto de honor en las clases populares y se censura el abuso de poder representado en la figura de don Juan, que evita el castigo con sus influencias sociales y se apoya en un sistema corrupto. La justicia ejemplar divina logra, pues, compensar las carencias de la justicia humana.
A lo largo de la historia han sido abundantes las recreaciones de este relato que ve la luz por primera vez en esta obra. Este mismo siglo Moliere escribió Don Juan o el festín de piedra y en el siglo XVIII hubo otras dos recreaciones: Carlo Goldoni escribió Juan Tenorio o el libertino castigado. y Mozart compuso la ópera Don Giovanni. En el siglo XIX, José Zorrilla inmortalizó al personaje en su Don Juan Tenorio.
7.     Calderón de la Barca. Biografía y producción dramática.
 Por su dilatado recorrido vital, por la estratégica situación histórica que le tocó vivir y por la variedad de registros de su excepcional obra teatral, Calderón de la Barca sintetiza el magnífico, pero también contradictorio siglo XVII, el más complicado de la historia española. Testigo de tres reinados (el de Felipe III, el de Felipe IV y el de Carlos II) vivió la Europa del pacifismo, la Europa de la Guerra de los Treinta Años y la del nuevo orden internacional, simultáneo al lento declinar de la monarquía. Es decir, el Siglo de Oro de las letras y las artes que fue también el siglo de barro y de crisis que habría de definir después Ortega y Gasset como el del aislamiento o tibetanización de España.
    Descendiente de una mediana hidalguía de burócratas, Calderón conjugó el vitalismo popular con la matemática depurada y exacta de la clase oficial de la que fue cronista. Se educó en ese pensamiento oficial, pasó por la carrera militar y recaló en el estado eclesiástico, aunque su biografía revela también actitudes nada condescendientes, a veces, con su contexto histórico y vital. Pero, sobre todo, revela al humanista tardío y al enciclopédico preilustrado que alcanzó a conocer aún el lejano magisterio de Cervantes, que convivió con Velázquez _ convirtiendo muchas veces en teatro lo que éste retrató_ y que fue contemporáneo, entre otros, de Góngora, Quevedo, Gracián, Kepler, Monteverdi, Hobbes, Pascal, Descartes, Espinoza, Hobbes y Locke.


    Calderón nace en Madrid, el 17 de enero del año 1600. La primera etapa de su vida (hasta 1620), coincide con la última parte del reinado de Felipe III y de la privanza del Duque de Lerma. La muerte prematura de su madre en 1610 y el sentido autoritario de su padre, que dispone férreamente el destino y oficio de sus hijos, que muere en 1615, hacen que Calderón crezca profundamente influido por la complicidad familiar de sus hermanos Diego y José, pero, sobre todo, por su fundamental estancia en el Colegio Imperial de los Jesuitas (1608-1613) y, posteriormente, en las Universidades de Alcalá y de Salamanca, en la que permanece hasta 1615. 
 La llegada al trono de Felipe IV y el ascenso del valido Conde Duque de Olivares en 1621, supone también el del imparable ascenso creativo de Calderón, la definitiva superación de la generación lopista y su consagración en el orden artístico y social. Escribe comedias cortesanas como Amor, honor y poder (su primera obra de éxito, estrenada en 1623 con motivo de la visita a Madrid de Carlos, el Príncipe de Gales); comedias de enredo o de capa y espada como La dama duende o Casa con dos puertas; dramas de celebración oficialista como El sitio de Bredá (que a su vez Diego Velázquez, inmortalizará Velázquez en Las lanzas); tragedias como El príncipe constante; o de personajes de exaltado individualismo como Luis Pérez el Gallego y La devoción de la cruz. Entre 1630 y 1640 Calderón se convierte ya en un clásico de su tiempo. Es la década prodigiosa de El Tuzaní de las Alpujarras, que cuenta la épica sublevación de los moriscos frente al absolutismo militar de Felipe II; la década de las grandes tragedias bíblicas como Los cabellos de Absalón, y del honor como El médico de su honra o El pintor de su honra. Es también la década en que el debate entre individuo y poder, honor estamental y virtud personal alcanzan la perfección del canon en El alcalde de Zalamea.

La década en la que una gran parábola de la ambición del conocimiento y del amor se ofrece envuelta en El mágico prodigioso. La obra cumbre de este período, quizá de toda su dramaturgia, es La vida es sueño excepcional drama sobre la libertad del hombre y los límites impuestos por la ética social o la razón de estado. Al mismo tiempo, durante esta etapa Calderón, de la mano de Olivares, entra en palacio para producir sus primeras obras cortesanas y dirigir las representaciones teatrales. Ya en 1634 el dramaturgo escribe el auto sacramental El nuevo Palacio del Retiro con seguridad encargo expreso del Valido para rememorar la edificación del emblemático Real Sitio del poder, donde comenzarán a representarse espectáculos de gran alcance escenográfico y coral como El mayor encanto Amor. Tales servicios al rey se verán recompensados en 1636 cuando reciba de Felipe IV el hábito de Caballero de la Orden de Santiago.
    A esta década de plenitud creativa, sucede la crisis. El prestigio de la unión de Reinos, Estados y Señoríos que deseó Felipe IV se viene abajo mientras la monarquía hispánica es incapaz de mantener la cohesión interior. Desde 1640 será imparable la rebelión de Cataluña, Portugal, Aragón o Andalucía. En 1643 cesará como Valido el Conde Duque de Olivares. La paz de Westfalia de 1648 marca la independencia de Flandes y un nuevo orden europeo del que España será progresivamente marginada. Calderón participa como coracero en la guerra con Cataluña hasta 1642, ve morir en la misma, en 1645, a su hermano José, prestigioso militar. También morirá su hermano Diego dos años después. Es la época en que nacerá su hijo natural Pedro José (1646). Crisis pues exterior e interior que se refleja asimismo en un significativo cambio de su carrera dramática. Y es que las muertes de la reina Isabel de Borbón y del príncipe Baltasar Carlos y la intolerancia de los moralistas imponen en 1644 el cierre de los teatros públicos durante cinco años. El dramaturgo se queda, al menos provisionalmente, sin espacio para el oficio en el que había adquirido fama y prestigio.
    Aunque en 1649 se reabren los teatros, Calderón ha sufrido una crisis tanto espiritual como profesional. La resolución de convertirse en secretario del Duque de Alba durante unos años y la de ordenarse sacerdote en 1651 no pueden separarse tanto de su abatimiento personal como de su necesidad de seguir contando con ingresos económicos en su carrera de dramaturgo. En 1650 Felipe IV se casa con Mariana de Austria y en 1652 se logra la paz con Cataluña. Pero el hundimiento español se confirmará con la Paz de los Pirineos de 1659 y con el auge de Inglaterra que, bajo Cromwell, va a minar progresivamente el horizonte de expansión comercial y naval de España. Calderón, que desde 1653 ocupa la Capellanía de la Catedral de los Reyes Nuevos de Toledo, se sabe en otra etapa creativa, más concentrada, abstracta y oficialista. Sigue fiel a dos espacios escenográficos y políticos: la celebración regia en el Palacio del Buen Retiro y la fiesta teológica del Corpus en los autos sacramentales, adentrándose así en la última y dilatada etapa de su producción dramática, para la que va a contar con medios excepcionales que hoy podrían calificarse de verdadera vanguardia teatral.
Calderón compone, ya entre 1630 y 1640 los primeros y espléndidos autos sacramentales, de raíz más ética que cristiana como El gran teatro del mundo o La cena del rey Baltasar. A partir de la crisis de 1648 y, sobre todo, tras su regreso, después de su estancia en Toledo, a Madrid en 1663 donde viviría en la calle Platerías hasta su muerte, Calderón poseerá en exclusiva la escritura de estas piezas de teatro sacro en las que con el enorme aparato escenográfico de los carros se escenifican de manera grandiosa pero didáctica los misterios de la fe y la proclamación del dogma de la Eucaristía. El Rey, la nobleza civil y eclesiástica contemplan estos dramas, punto culminante de una dramaturgia en la que convergen la suma de todas las artes, desde la música hasta la brillante disposición visual de tramoyas y apariencias. Los personajes alegóricos pueblan el tablado en representaciones que, si por un lado reflejan el pensamiento ortodoxo del momento frente a la herejía, por otra documentan que Calderón fue también víctima de la intolerancia del momento, pues al intentar representar en el auto Las pruebas del segundo Adán la absurda imposición de las leyes de limpieza de sangre a la figura de Cristo, fue objeto, incluso del acoso del Santo Oficio.
Pero el Corpus era también fiesta y regocijo popular: la solemne procesión de la Custodia y de los carros en los que habrían de representarse los autos se acompañaba de bailes bulliciosos y hasta exóticos, como las danzas de negrillos y de gitanos, a la par que la multitud de visitantes que abarrota Madrid disfruta de la Tarasquilla, un dragón de cartón piedra en el que se rememora el demonio del Leviatán vencido por Cristo. La procesión culmina en la Plaza Mayor, escenario habitual de fiestas, corridas de toros y juegos de cañas en las que se entretenían la nobleza y el pueblo llano. El propio Calderón escribirá muchas piezas breves, entremeses y mojigangas, que suponen un aspecto carnavalesco e irreverente frente a la seriedad teológica de los autos.


Al mismo tiempo Calderón es el autor que con más asiduidad escribirá espectaculares obras, casi siempre basadas en fábulas mitológicas, para el Palacio del Buen Retiro, tanto en diversas estancias reales como en sus jardines y estanque. A partir de 1640, además, se construye un gran Coliseo. Allí la música y el canto, las primeras zarzuelas y óperas del teatro español se ponen en escena con toda la magnificencia vanguardista aportada por escenógrafos italianos como Cosme Lotti y Baccio del Bianco. Son obras como La púrpura de la rosa, La fiera, el rayo y la piedra o Las fortunas de Andrómeda y Perseo, que Calderón continuará escribiendo y vigilando en sus ensayos incluso tras la muerte de Felipe IV en 1665 y la llegada al trono de Carlos II. Con motivo del Carnaval de 1680 Calderón aún compondrá la espléndida comedia Hado y divisa de Leónido y Marfisa.
                       

    En mayo de 1681, cuando está acabando de componer los autos destinados al Corpus de ese año, Calderón muere. Es enterrado con todos los honores, y su cadáver, revestido de sus ornamentos sacerdotales y del hábito de la Orden de Santiago, es llevado, de acuerdo con las propias palabras de su testamento, "descubierto, por si mereciese satisfacer en parte las públicas vanidades de mi mal gastada vida".
Dramaturgo trágico a la altura de Sófocles o Eurípides en la angustiada perplejidad de los individuos que retrata y a la de Shakespeare en las grietas de humana debilidad que supo mostrar del poder, Calderón representa la cumbre de las artes escénicas de un periodo irrepetible. Su estatua, erigida en 1881 en la Plaza de Santa Ana de Madrid, se levanta frente al Teatro Español, emplazamiento del antiguo Corral del Príncipe. Desde ella, en el cuarto centenario de su nacimiento, reclama la memoria de un tiempo y de una obra que nació bajo el signo de la crisis de la modernidad y que aún mantiene la emocionante y vigorosa contemporaneidad de un clásico.


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A MI HONORABLE PADRE. 19/05/08

A mi honorable padre.

Me encuentro en una situación difícil, pero cómoda. Es como si flotara en el espacio de los recuerdos. Todo sabe a recuerdos, todo son momentos vividos. Si camino, recuerdo; si pienso recuerdo más intensamente; si tomo cerveza, recuerdo instantes que compartimos; si voy a la compra, él siempre está presente. Todo lo que hay a mi alrededor me recuerda a él. Sueño con su presencia. Fue una persona muy importante en mi vida y para mi vida. Le dije millones de veces que lo quería y eso me reconforta sobremanera. Ahí ando, en estos senderos me encuentro. En alguna ocasión, los lagrimales vierten alguna gota de dolor. Sigo viviéndolo mucho más intensamente que cuando me regalaba su presencia.
Fue un hombre bueno, un buen hombre. Íntegro hasta la exageración. Honesto hasta hacer de la honestidad misma su modo de vivir. Paciente como el mejor chacal que espera el movimiento de su presa para capturarla, él para ayudarla. No tenía palabras de más, las que usaba se llenaban de esperanza y de emoción contenida. Lo quise hasta la profundidad del alma compartida y amiga. Tuve poca comunicación con él en los últimos años porque se apagaba su intelecto y, a la vez, su generosidad de coloso humano.Todo huele a él; todo sabe a él; todo suena a él. A él. A él mismo.

Siempre te recordaré, siempre te querré querido papá.

IN MEMORIAM - Tu hijo Josemari.


A MI MADRE

A MI MUSA

¿Y ahora qué? Ya no estás a mi lado.
Tu presencia se deshace tal el hielo
en fuego, se fija como una obsesión
que me llena y me llega y me yaga
en tremendos nubarrones irónicos
que deshacen amapolas de sueño.
Ese sueño sutil y estremecedor
de tu voz, de tu sonrisa,
de tus tranquilizadoras manos,
alentadoras de sueños.
¡Dímelo al oído cuando estés!
Dime que quieres aunque sea un susurro mío,
un agradable abrazo mío, tal vez
un espontáneo beso mío.
¡Dímelo cuando estés!
Dime que el sueño sueña,
dime que el amor ama,
dime que sin llorar lloras,
dime que no podemos hacer nada, ya
dime que me quieres.
¡Dímelo mamá cuando estés!
Te quiero, quise y querré, a morir, planeta de mis sueños.

LA MISIÓN DE EDUCAR

Educar es lo mismo que ponerle un motor a una barca. Hay que medir, pesar, equilibrar... y poner todo en marcha. Pero para eso uno tiene que llevar en el alma un poco de marino, un poco de pirata, un poco de poeta, y un kilo y medio de de paciencia concentrada. Pero es consolador soñar, que ese inexperto barco mientras uno lo trabaja, irá muy lejos por el agua. Soñar que ese navío llevará nuestra carga de palabras hacia puertos distantes, hasta islas lejanas. Soñar que cuando un día esté durmiendo nuestra propia barca, en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada. Manuela Fernández

PARA MI VIDA, PARA TI.


PARA MI VIDA, PARA TI.

Amor, azucena celestial,
que nada entre espumosas olas,
¿por qué no me dices que me quieres?
¿por qué no colocas tu dulce,
perfume entre caracolas?
Dime amor, huele mi perfume,
ama mi instante, sueña con
tu sombra, con tu recuerdo,
inventa la estrella, ama el infinito
exhala perfumes inquietos
y dormidos silencios de placer.
¿Por qué no me dices que me quieres?
Hambre de mis venas,
Elegíaca amaca,
Luz de mis luces,
Entrada de mis penas,
Novela sin escribir,
Amor de mi vida.
¿Qué quieres que te diga más?
¿Qué? ¿Qué sueñas?

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