
Poesía en los años 40:
Pese a la pobreza general de la cultura durante la 1ª década de la posguerra, es quizá la poesía, el ámbito en el que hay mayor riqueza y diversidad artística, sobretodo una vez que transcurren los primeros y durísimos años de la posguerra.
Dos revistas literarias, Garcilaso y Espadaña representan a las dos líneas poéticas predominantes en estos años.
Los poetas de la revista Gracilaso, dentro de la órbita ideológica de los vencedores defendieron una poesía tradicional, clasicista, de “buen gusto” y verso cuidado con el soneto como estrofa preferida. Es una “Poesía Arraigada”, según expresión de Dámaso Alonso porque pretende mostrar una visión serena y ordenada del mundo, sin que la penosa realidad del momento tenga cabida en sus versos. Con esta denominación Dámaso Alonso, indica la conformidad de estos poetas con el mundo que les había tocado vivir. En esta línea destacaron José García Nieto, el más destacado representante de la estética Garcilasista. Dionisio Ridruejo, Luis Rosales, Leopoldo Panero, etc.
En 1944 se publican dos libros: Sombra del Paraíso de Vicente Aleixandre e Hijos de la ira de Dámaso Alonso, en los que se manifiestan tendencias que estarán en vigor durante más de una década. Escritos en verso libre y con alusiones a la realidad inmediata. Con el último se inicia la poesía española contemporánea, frente al lenguaje preciosista de los garcilasistas este libro ofrece un lenguaje crispado y violento. Estas publicaciones suponen el punto de partida de la obra de unos poetas que van a mostrar su disconformidad con el mundo circundante, su desasosiego existencial y los primeros indicios de una protesta social y política. Esta “Poesía Desarraigada”, otra vez en expresión de Dámaso Alonso, calará hondo en muchos de los poetas de la época e influirá decisivamente en la orientación de la poesía en los años 50. Frente al esteticismo Garcilasista su estilo es directo, desgarrado y antiformal.
La poesía social en los años 50
En la década de los 50 continúa una lírica que es testimonio de las angustias del escritor, pero la tendencia dominante corresponde a la poesía social, cuyo propósito es reflejar el compromiso del poeta con la realidad histórica y denunciar la injusticia desde la solidaridad con el sufrimiento ajeno. Los poetas quieren llegar a un público mayoritario (“La inmensa mayoría”, comentario de Blas Otero que se opone al lema de Juan Ramón Jiménez “a la inmensa minoría”) y contribuir a cambiar la sociedad, lo que explica, el uso de adornos retóricos. Los autores más representativos son: Blas Otero con Ancia y Pido la Paz y la palabra. Y Gabriel Celaya Tranquilamente hablando.
La renovación poética de los años 60
A finales de los 60 surge un nuevo grupo de poetas, piensan que la poesía no puede considerarse un arma para combatir la injusticia (lo que no excluye su inconformismo con el régimen franquista) y se proponen la búsqueda de un nuevo lenguaje poético. Indagan en su experiencia personal, en sus vivencias, impulsados por un deseo de conocimiento y de vivencia en sus poesías prestan atención en muchos casos a lo cotidiano e intimo: la amistad, al amor, los recuerdos infantiles o del mundo pasado ( a estos autores se les ha llamado “los niños de la guerra”) etc. Con un lenguaje muy cuidado se dejan las tendencias anteriores, tanto del tono desgarrado, como en la poesía social.
Autores más importantes: Gil de Biedma, Claudio Rodríguez ,Francisco Brines, José Hierro
Los novísimos.
En 1963 Pedro Gimferrer, publica Arde el mar, que supone una ruptura con la poesía inmediatamente anterior. Alrededor de él se agrupa una serie de poetas reunidos en 1968 en la antología de Nueve novísimos poetas españoles. La máxima preocupación de su poesía es la forma, se alejan de preocupaciones sociales y políticas, hacen constantes referencias en sus poemas a motivos exóticos, culturales y culturalistas con una artificiosidad que recuerda a los modernistas y utilizan procedimientos de carácter surrealista.

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