domingo, 6 de junio de 2021

PREMIO CERVANTES 2020

 

Muere Francisco Brines, el poeta de la vida.

El premio Cervantes, último exponente de la generación del 50, fallece a los 89 años, días después de que los Reyes le entregaran el galardón en su casa de Oliva.Francisco Brines | Académico | Real Academia Española

 El poema inédito, manuscrito, de Francisco Brines «Donde muere la muerte»

Se ha muerto Francisco Brines. Con Brines no solo muere un poeta, muere una sensibilidad, un hombre que fue capaz de amar este puñado de tiempo que llamamos la vida. Nadie en la generación del 50 tuvo la capacidad para descubrir que la palabra era el mejor instrumento para dar cuenta de que un paisaje, un cuerpo amado, el simple paso de los días era una forma de emoción, un temblor y una sencillez misteriosa. Sus poemas están ocurriendo siempre en el alma del lector porque en ellos se prologan, se manifiestan la melancolía, la nostalgia, la duda y el asombro de la vida. Como buen romántico todo lo convirtió en sentimiento y como buen clásico todo lo convirtió en mesura, en armonía, en símbolo.

Desde ‘Las Brasas’ en 1959, su primer libro, hasta ‘La última costa’ (1995) la intimidad de Brines se vio reflejada en una serena constatación de que somos tiempo y de que el tiempo no es nuestra condena sino el que potencia cualquiera de nuestros actos. Era un hombre tranquilo, con el que cada conversación se transformaba en una complicidad, hablaba de Madrid o de Oliva como los mapas de su utopía, del mar como una mirada perdida en ese horizonte que era una cultura. Muchas veces en medio de la noche, de las altas horas de la noche hablaba del Mediterráneo como ese espacio de mitos personales, como ese ámbito de la serenidad y de lo misterioso.

Por eso su poesía llegó a ser un misterio y una transparencia. Conmueve profundamente que Brines le dedicara a ella toda su vida. Vivió para la poesía porque en ella encontró la mejor y más plena forma de vivir. No creo que nadie en su generación tuviera tanta confianza en que esas pocas líneas que escribimos sobre un papel puedan reflejar el alma de un hombre, puedan emocionar y reunir tanto sentimiento. La escritura de sus libros duraban años porque para él la poesía era una espera, una corrección constante, una aventura. Cuando sus libros se publicaban había algo que se removía en toda la poesía de nuestra lengua.

El mismo poema

Escribió tal vez siempre el mismo poema, pero lo hizo de una forma tan intensa, tan verdadera que parecía siempre ahondar un poco más en su misma voz. Se hizo por eso dueño de un estilo que nos acompañará siempre. Un estilo tan personal como inconfundible, tan suyo que fue adoptado por generaciones posteriores de poetas como una guía, como una sintaxis sentimental. No hay nadie que haya indicado, desde su sencillez, el camino de mucha de la poesía de hoy.

Con su muerte la poesía española vive, por eso, una enorme orfandad porque ningún poeta de nuestra época ha logrado hacernos temblar como él, ser conscientes a través de sus poemas de lo que somos y de aquellos que vemos en el espectáculo del mundo.

En un tiempo de existencialismos y de poesía social, él tuvo la lucidez para volver los ojos a Cernuda, para decirnos que en una biografía están los rastros de todo el universo. Se ponía cada tarde el traje y la corbata de romántico, su pequeña estatura de hombre humilde y caligrafiaba el contenido de lo que veía o recordaba desde la ventana de su casa en María Auxiliadora. Él sabía que su poesía toda era un diario sentimental, el retrato íntimo de lo que vio en el mundo y de lo que que el mundo hizo con él. Su poesía se extendió en profundizar en unos pocos símbolos y en mostrarnos que una vida está hecha de muy poco: amar, gozar, sentir el declinar hacia la vejez, celebrar el instante, mirar una y otra vez el mensaje de un trozo de paisaje que contiene lo que fuimos y lo que somos. En los paseos del mediodía o en las barras de la madrugada uno llegaba a darse cuenta hasta qué punto toda su poesía era una conversación consigo mismo, hasta qué punto la poesía debía ser una confidencia que se le dice a un amigo, el contenido de la experiencia. Fue un ser delicado incluso cuando buscaba el amor en los arrabales de las noches porque sabía que el amor tiene el esplendor y la serpiente de un paraíso fugaz.

Emocionante y vital

Su clasicidad entraña el aceptar que el hiato entre el mundo y el corazón humano no es trágico, como en Cernuda o en Lorca, sino una condición que reclama nuestra esperanza. Por eso el legado que Brines nos deja es el de una poesía clara, rigurosa, emocionante y vital. Su vitalismo nos conduce en medio de las encrucijadas de hoy y se vuelve como una voz cotidiana, verdadera. Dijo Rubén que fue a la selva y vino cargado con la armonía. Brines se levantaba siempre tarde, miraba la Dehesa De la Villa, acudía al poema que llevaba escribiendo durante meses y solo pedía que el latido de las cosas estuviera allí, que esas pocas palabras, tan humildes fueran no el reflejo de lo que vivió, sino la experiencia más intensa de lo vivido. Por eso nos reconocemos en ella. Supo además hacer del verso un universo de múltiples significados, tan sencillos, tan claros que tenían la extensión de toda la experiencia.

Con Brines no solo muere un poeta sino una época entera. Tal vez una época que posee tanto esplendor como lo tuvo la del 27, porque en ella se reunieron una constelación de poetas que abrieron los caminos a la poesía europea de nuestro tiempo: Gil de Biedma, Valente, Claudio Rodríguez… Ese sentido de final es lo que lloramos hoy, esa orfandad es la que se siente cuando uno ve sus libros, sus mundos que ya nos hablarán con las palabras que nos han dejado como herencia. Oleremos los naranjos de Brines, las rosas de Brines, el salitre, los pinos en el aliento de sus versos. Comprenderemos esa moral suya de que solo somos lo que miramos intensamente, lo que vivimos desde la humildad de ser hombres.

Muere una época y muere un ser que tuvo plena confianza en las palabras. Y que supo que en las palabras había una posibilidad nueva de vivir.

 

Paco Brines era sin duda uno de nuestros grandes poetas. Dentro de la generación del 50 ha sido punto de referencia para la poesía contemporánea. Para mi generación es una figura fundamental, por la que hemos pasado todos. Iluminó un camino con su conciencia ética, con su serenidad, con su sensualidad clásica. Fue capaz de unir las tradiciones de Juan Ramón Jiménez y de Antonio Machado en un mundo profundamente personal. Su obra está marcada por la conciencia del tiempo y la celebración de la vida, por la necesidad de celebrar el instante, por su voz mediterránea. Él es consciente de la fugacidad de las cosas, y en parte su obra es una conversación con lo que se pierde. Es un maestro absoluto, un poeta para leer con tranquilidad, para meditar en su música, para no quedarse en la superficie, sino para sentir profundamente.

                                                                                      Luis García Montero

 

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A MI HONORABLE PADRE. 19/05/08

A mi honorable padre.

Me encuentro en una situación difícil, pero cómoda. Es como si flotara en el espacio de los recuerdos. Todo sabe a recuerdos, todo son momentos vividos. Si camino, recuerdo; si pienso recuerdo más intensamente; si tomo cerveza, recuerdo instantes que compartimos; si voy a la compra, él siempre está presente. Todo lo que hay a mi alrededor me recuerda a él. Sueño con su presencia. Fue una persona muy importante en mi vida y para mi vida. Le dije millones de veces que lo quería y eso me reconforta sobremanera. Ahí ando, en estos senderos me encuentro. En alguna ocasión, los lagrimales vierten alguna gota de dolor. Sigo viviéndolo mucho más intensamente que cuando me regalaba su presencia.
Fue un hombre bueno, un buen hombre. Íntegro hasta la exageración. Honesto hasta hacer de la honestidad misma su modo de vivir. Paciente como el mejor chacal que espera el movimiento de su presa para capturarla, él para ayudarla. No tenía palabras de más, las que usaba se llenaban de esperanza y de emoción contenida. Lo quise hasta la profundidad del alma compartida y amiga. Tuve poca comunicación con él en los últimos años porque se apagaba su intelecto y, a la vez, su generosidad de coloso humano.Todo huele a él; todo sabe a él; todo suena a él. A él. A él mismo.

Siempre te recordaré, siempre te querré querido papá.

IN MEMORIAM - Tu hijo Josemari.


A MI MADRE

A MI MUSA

¿Y ahora qué? Ya no estás a mi lado.
Tu presencia se deshace tal el hielo
en fuego, se fija como una obsesión
que me llena y me llega y me yaga
en tremendos nubarrones irónicos
que deshacen amapolas de sueño.
Ese sueño sutil y estremecedor
de tu voz, de tu sonrisa,
de tus tranquilizadoras manos,
alentadoras de sueños.
¡Dímelo al oído cuando estés!
Dime que quieres aunque sea un susurro mío,
un agradable abrazo mío, tal vez
un espontáneo beso mío.
¡Dímelo cuando estés!
Dime que el sueño sueña,
dime que el amor ama,
dime que sin llorar lloras,
dime que no podemos hacer nada, ya
dime que me quieres.
¡Dímelo mamá cuando estés!
Te quiero, quise y querré, a morir, planeta de mis sueños.

LA MISIÓN DE EDUCAR

Educar es lo mismo que ponerle un motor a una barca. Hay que medir, pesar, equilibrar... y poner todo en marcha. Pero para eso uno tiene que llevar en el alma un poco de marino, un poco de pirata, un poco de poeta, y un kilo y medio de de paciencia concentrada. Pero es consolador soñar, que ese inexperto barco mientras uno lo trabaja, irá muy lejos por el agua. Soñar que ese navío llevará nuestra carga de palabras hacia puertos distantes, hasta islas lejanas. Soñar que cuando un día esté durmiendo nuestra propia barca, en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada. Manuela Fernández

PARA MI VIDA, PARA TI.


PARA MI VIDA, PARA TI.

Amor, azucena celestial,
que nada entre espumosas olas,
¿por qué no me dices que me quieres?
¿por qué no colocas tu dulce,
perfume entre caracolas?
Dime amor, huele mi perfume,
ama mi instante, sueña con
tu sombra, con tu recuerdo,
inventa la estrella, ama el infinito
exhala perfumes inquietos
y dormidos silencios de placer.
¿Por qué no me dices que me quieres?
Hambre de mis venas,
Elegíaca amaca,
Luz de mis luces,
Entrada de mis penas,
Novela sin escribir,
Amor de mi vida.
¿Qué quieres que te diga más?
¿Qué? ¿Qué sueñas?

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