martes, 7 de agosto de 2018

Comentario crítico de Mortal y Rosa de Francisco Umbral. (1975)


             ______ Estudio monográfico de Mortal y rosa. Francisco Umbral.



1.- Biografía y obra.
Francisco Pérez Martínez. (Madrid, 11 de mayo de 1932 - Madrid, 28 de agosto de 2007). Narrador, cuentista, ensayista y periodista español. Comienza a escribir en Valladolid, donde transcurren su infancia y su juventud. En 1961 se traslada a Madrid, donde entra en contacto con la tertulia literaria del café Gijón. Durante estos años colabora con los principales diarios y revistas: El Norte de Castilla, Diario 16, Diario de León, La Vanguardia, El País y Proa. El tono directo, irónico y no exento de provocación de sus artículos periodísticos le proporcionan una notable popularidad. El 8 de septiembre de 1959 se casó con María España Suárez Garrido, posteriormente fotógrafa de El País, y ambos tuvieron un hijo en 1968, Francisco Pérez Suárez «Pincho», que falleció con tan sólo seis años de leucemia, hecho del que nació su libro más lírico, dolido y personal: Mortal y rosa (1975) Eso inculcó en el autor un característico talante amargo y absolutamente entregado a la escritura, que le suscitó no pocas polémicas y enemistades.
Su obra narrativa, que posee influencias de Larra, Galdós y Ramón Gómez de la Serna, comienza con Balada de gamberros (1965) y Travesía de Madrid (1966). Más adelante escribe El giocondo (1970), Memorias de un niño de derechas (1972), Mortal y rosa (1975), novela de tono intimista y desesperanzado, y Las ninfas (1976) Manteniéndose siempre al margen de las tendencias literarias más modernas, su prolífica producción destaca por el uso de un léxico popular, una prosa contundente y un original estilo lírico. Algunas de las más destacadas recopilaciones de sus crónicas periodísticas, en las que retrata con lucidez, ironía y humor la vida social, política y cultural del país, son: Diario de un snob (1974), La rosa y el látigo (1994) o Las señoritas de Aviñón (1995). De su extensa producción cabe señalar: La noche que llegué al Café Gijón (1977), Diario de un escritor burgués (1979), Memorias de un hijo del siglo (1986), La forja de un ladrón (1997) y El socialista sentimental (2000), entre sus obras narrativas. De las distintas biografías que escribe destacan Larra, anatomía de un dandy (1965), Ramón y las vanguardias (1978) o Y Tierno Galván ascendió a los cielos (1991). 


Algunas de sus crónicas y ensayos son: España como invento (1984), El fetichismo (1986), Guía de la posmodernidad (1987), Del 98 a don Juan Carlos (1992), La década roja (1993) y La palabra de la tribu (1994). Sus últimas obras publicadas son ¿Y cómo eran las ligas de Madame Bovary? (2003), Los metales nocturnos (2003) y Días felices en Argüelles (2005).
Considerado una de las figuras más relevantes de la literatura española del siglo XX, es galardonado con el premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1996 y con el Cervantes en el 2000.

2. Premios literarios.
  • Premio Nacional de Cuentos Gabriel Miró (España), 1964
  • Premio Nadal (España), Las Ninfas, 1975
  • Premio Carlos Arniches (España), 1975
  • Premio César González Ruano (España), artículo El trienio, 1980
  • Premio Mariano de Cavia (España), artículo Martín Descalzo, 1990
  • Premio Nacional de la Crítica (España), 1991
  • Premio Provincial de Valladolid a la Trayectoria Literaria, 1994
  • Premio Príncipe de Asturias de las Letras (España), 1996
  • Premio Nacional de las Letras (España), 1997
  • Premio de Novela Fernando Lara (España), La forja de un ladrón, 1997
  • Doctor honoris causa (Universidad Complutense de Madrid), 1999
  • Premio Miguel de Cervantes (España), 2000
Comentario crítico de Mortal y Rosa de Francisco Umbral. (1975)
Tras la muerte del dictador en 1975, se abre el panorama de la novela en España de tal manera que es prácticamente imposible destacar algunas características o tendencias generales por encima de otras. Cada autor, en nuestro caso Francisco Umbral, emprende un camino personal con la pretensión de diferenciarse al máximo de sus contemporáneos.
Escrito poco después de morir su hijo, Umbral lamenta su muerte entre reflexiones sobre su persona, su memoria y su contexto social. El título está sacado de un poema de Pedro Salinas: “ … esta corporeidad mortal y rosa / donde el amor inventa su infinito”.
La obra es de absoluto dramatismo, que va aumentado a medida que avanzan las páginas. El hijo va muriendo y el autor parece que está pereciendo con él, que realmente no le importa tanto la vida si no es con su hijo. Hay una clara exaltación de la paternidad; un amor desmedido de un padre a un hijo que ve cómo se le está escapando de su lado sin que él pueda hacer nada para evitarlo.

            En la obra se nos ofrecen reflexiones como persona (su relación con las mujeres y su pasión incansable hacia ellas), como escritor “ya no soy más que un escritor cansado y miope”, así como de un padre: “uno vive cuando es niño y cuando es mayor empieza a acabársele el tiempo, pero su vida vuelve a través del hijo; si el hijo se va, ya no hay vida posible”. Él mismo dice que lo único eterno que hay son los huesos. “Sabemos que nuestras ideas y nuestras palabras se las puede llevar el viento, nuestra carne se deshace rápidamente al morir, pero quedan los huesos, la huella de nuestra muerte”. Pero él mismo acaba reconociendo que no hay nada eterno, ya que hasta los huesos desaparecen.
            Resulta escalofriante ese flujo de conciencia de Umbral. Nos narra con absoluta tragedia cómo está viviendo ese “cruce de fronteras” de su hijo. Y vuelve a repetir una y otra vez el deseo que tiene de hacer ese cruce agarrado de la mano de su hijo.
            Al escribir, puede fragmentar su vida y borrar los momentos que quiere olvidar. Incluso necesita fracasar, si escribe un artículo, pierde la oportunidad de escribir un relato, un poema… Es una auténtica depresión a todos los niveles (creativo, personal…). Umbral se da a un abandono de sí mismo para no crecer personalmente.
La presencia de la palabra “rosa” en el libro: ¿Qué quiere decir el autor con “rosa”? La muerte del hijo es una crueldad rosa, rosa es la infancia, la vida que le queda. Puede ser un color de vida, un color que no es la fogosidad del rojo todavía, pero que tampoco es el blanco de la palidez de la nada. Rosa es el punto medio del blanco de haber nacido y el rojo del despertar de las pasiones y de la vida. Rosa es ese estado de inocencia infantil. En el libro es un rosa que se marchita.

           
Mortal y rosa no es una novela, aunque tampoco es un ensayo. En Mortal y rosa lo que importa es la interiorización de la experiencia, la visión íntima del mundo. Umbral se refiere en cuatro ocasiones al libro como un diario. Cierto es que no tiene la estructura propia de lo que podríamos entender por un diario personal, pero un diario para ser diario, ¿debe seguir una estructura típica? La obra está fragmenta por diferentes reflexiones que claramente han sido escritas en estados de ánimos diferentes (unos peores que otros) y no es más que la narración de lo que ha sentido el autor ese día al ver cómo a su hijo se la escapa la vida. El autor habla para sí mismo y a veces para su hijo. En ningún momento se refiere a la necesidad de un lector de este libro en concreto (de hecho, él mismo siente la necesidad de fracasar y quizá no se entienda por mayor fracaso el de no tener lector). Además, se puede apuntar que quizá el libro no sea tan autobiográfico como un autorretrato. El autor se refleja –retrata- a sí mismo -físicamente, personalmente-, crea su imagen y expresa sus sentimientos, en ocasiones desordenados y atenazados por esa agonía. No hay un orden autobiográfico claro, es un fluir de autorreflexiones constantes.
                Las partes que más afectan al lector son aquellas en las que Umbral se centra en el tema básico de la narración: la muerte de su hijo. Sin embargo, Umbral mezcla temas que no tienen mucho que ver con eso: por ejemplo, todas las referencias sobre el oficio de escribir, el precio de la fama, etc. no "pegan" mucho o al menos no se le encuentra relación con el resto. Es, en cierto modo interesante como técnica narrativa, eso de que el escritor debe desaparecer en su obra, algo curioso si se la compara con esta novela en la que el autor está presente en todas sus páginas. También son muy interesantes, los momentos en los que habla de cómo dibuja su hijo (y por extensión todos los niños), cómo son las letras o los números que escribe, sus paseos o salidas al campo, la silla vacía, el hospital... Momentos en los que Umbral se quita la máscara, la armadura de su poesía, su erudición.
La duda que se me plantea cuando alguien escribe un libro de estas características o con esta temática... ¿Es sincero todo eso? ¿Realmente el libro surge como producto del dolor por la pérdida de un hijo o como un deseo, por parte de Umbral, de hacer un alarde artístico? ¿Es su dolor una excusa...? Quiero creer que no, que es cierto y que la novela surge desde la sinceridad de algo real.

            Pienso que lo que da más fuerza a esta afirmación es que en muchos momentos los sentimientos que nos trasmite la lectura son: tristeza, soledad, amargura, melancolía...
Francisco Umbral es una de las figuras más destacadas de los últimos cincuenta años de la literatura española. Se ha dedicado a la literatura con pasión absoluta, rehén gozoso de lo que él mismo ha llamado «la escritura perpetua»: la escritura como forma de afirmación, como forma de vida: "Mortal y rosa" está considerada por muchos críticos como la mejor obra de su autor, como una de las piezas magistrales de la prosa narrativa contemporánea. Escrita en trágicas circunstancias de su vida, "Mortal y rosa" encontramos la interiorización de la experiencia, la visión íntima del mundo, la perspectiva lírica, el "poema en prosa de mi vida" del que habla el autor, a la vez que la puesta en práctica de lo que el mismo Umbral ha llamado la "memoria simultánea". Así que podemos decir que es una novela lírica, en el que figuran nombres importantes de la literatura contemporánea: Marcel Proust, Virginia Woolf, Herman Broch, André Gide y algunos fragmentos del Ulises de James Joyce. Aunque el estilo de "Mortal y rosa" es lírico o ensayístico y casi siempre grave y elevado, existen momentos en los que se rompe ese sistema, apareciendo entonces el profundo nihilismo[1] del libro, la desesperación de raíz que lo habita y lo nutre.


[1] Negación de toda creencia o todo principio moral, religioso, político o social.


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A MI HONORABLE PADRE. 19/05/08

A mi honorable padre.

Me encuentro en una situación difícil, pero cómoda. Es como si flotara en el espacio de los recuerdos. Todo sabe a recuerdos, todo son momentos vividos. Si camino, recuerdo; si pienso recuerdo más intensamente; si tomo cerveza, recuerdo instantes que compartimos; si voy a la compra, él siempre está presente. Todo lo que hay a mi alrededor me recuerda a él. Sueño con su presencia. Fue una persona muy importante en mi vida y para mi vida. Le dije millones de veces que lo quería y eso me reconforta sobremanera. Ahí ando, en estos senderos me encuentro. En alguna ocasión, los lagrimales vierten alguna gota de dolor. Sigo viviéndolo mucho más intensamente que cuando me regalaba su presencia.
Fue un hombre bueno, un buen hombre. Íntegro hasta la exageración. Honesto hasta hacer de la honestidad misma su modo de vivir. Paciente como el mejor chacal que espera el movimiento de su presa para capturarla, él para ayudarla. No tenía palabras de más, las que usaba se llenaban de esperanza y de emoción contenida. Lo quise hasta la profundidad del alma compartida y amiga. Tuve poca comunicación con él en los últimos años porque se apagaba su intelecto y, a la vez, su generosidad de coloso humano.Todo huele a él; todo sabe a él; todo suena a él. A él. A él mismo.

Siempre te recordaré, siempre te querré querido papá.

IN MEMORIAM - Tu hijo Josemari.


A MI MADRE

A MI MUSA

¿Y ahora qué? Ya no estás a mi lado.
Tu presencia se deshace tal el hielo
en fuego, se fija como una obsesión
que me llena y me llega y me yaga
en tremendos nubarrones irónicos
que deshacen amapolas de sueño.
Ese sueño sutil y estremecedor
de tu voz, de tu sonrisa,
de tus tranquilizadoras manos,
alentadoras de sueños.
¡Dímelo al oído cuando estés!
Dime que quieres aunque sea un susurro mío,
un agradable abrazo mío, tal vez
un espontáneo beso mío.
¡Dímelo cuando estés!
Dime que el sueño sueña,
dime que el amor ama,
dime que sin llorar lloras,
dime que no podemos hacer nada, ya
dime que me quieres.
¡Dímelo mamá cuando estés!
Te quiero, quise y querré, a morir, planeta de mis sueños.

LA MISIÓN DE EDUCAR

Educar es lo mismo que ponerle un motor a una barca. Hay que medir, pesar, equilibrar... y poner todo en marcha. Pero para eso uno tiene que llevar en el alma un poco de marino, un poco de pirata, un poco de poeta, y un kilo y medio de de paciencia concentrada. Pero es consolador soñar, que ese inexperto barco mientras uno lo trabaja, irá muy lejos por el agua. Soñar que ese navío llevará nuestra carga de palabras hacia puertos distantes, hasta islas lejanas. Soñar que cuando un día esté durmiendo nuestra propia barca, en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada. Manuela Fernández

PARA MI VIDA, PARA TI.


PARA MI VIDA, PARA TI.

Amor, azucena celestial,
que nada entre espumosas olas,
¿por qué no me dices que me quieres?
¿por qué no colocas tu dulce,
perfume entre caracolas?
Dime amor, huele mi perfume,
ama mi instante, sueña con
tu sombra, con tu recuerdo,
inventa la estrella, ama el infinito
exhala perfumes inquietos
y dormidos silencios de placer.
¿Por qué no me dices que me quieres?
Hambre de mis venas,
Elegíaca amaca,
Luz de mis luces,
Entrada de mis penas,
Novela sin escribir,
Amor de mi vida.
¿Qué quieres que te diga más?
¿Qué? ¿Qué sueñas?

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