“Cuánto nos duele verlo o ver a su rival Lope de Vega humillándose ante los duques, condes y marqueses. La situación sólo ha cambiado de nombres. Casi todos los escritores somos, a querer o no, miembros de una orden mendicante. No es culpa de nuestra vileza esencial sino de un acontecimiento ya bimilenario que tiene a agudizarse en la era electrónica”, aseguró Pacheco.
Y es que la penuria de los escritores viene de Roma, cuando en la era de Augusto “quedó establecido el mercado del libro”. A todos los que intervienen en el proceso editorial, desde copistas a proveedores de papiros, editores o libreros, se les asignó “un pago o un medio de obtener ganancias”.
“El único excluido fue el autor sin el cual nada de los demás existiría”, señaló Pacheco, y precisamente Cervantes “resultó ser la víctima ejemplar de este orden injusto”.
Esa vida de humillaciones y fracasos -”se dirá que gracias a esto hizo su obra maestra”- tiene su reflejo en el Quijote, que para el poeta mexicano “no es cosa de risa. Me parece muy triste cuanto le sucede. Nadie puede sacarme de esa visión doliente”, subrayó.
En su discurso en Alcalá de Henares, Pacheco rememoró su inmersión infantil en la obra cumbre de Cervantes, en 1947, cuando siendo un niño de 8 años acudió con su escuela a una representación del Quijote en el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México.
La obra, adaptada y dirigida por Salvador Novo y musicalizada por el mexicano Carlos Chávez y el español Jesús Bal y Gal, le despertó a “una realidad llamada ficción” y a un autor que le medio siglo después le conduciría a la gloria literaria. “Sin saberlo”, entró Pacheco “en lo que Carlos Fuentes define como el territorio de La Mancha. Ya nunca voy a abandonarlo”, añadió.
Tanto es así que 52 años después, estando en la Feria del Libro de Guadalajara, recibió una llamada “al amanecer” de la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, para comunicarle un premio que horas antes veía “muy lejano”. “Nunca lo voy a ganar”, le había dicho a los periodistas.
La ministra “me dio la noticia y me hundió en una irrealidad quijotesca de la que aún no despierto”, dijo el poeta.
Pero no todo en el discurso de Pacheco fueron referencias a Cervantes y al pasado. Hubo tiempo para hablar de los terremotos, de la nube de cenizas que se cierne sobre Europa o de Internet: “Como todo, Internet es al mismo tiempo la cámara de los horrores y el Retablo de las Maravillas”.
Y una referencia a la actualidad con la que puso fin a su discurso: “Nada de lo que ocurre en este cruel 2010 -de los terremotos a la nube de ceniza, de la miseria creciente a la inusitada violencia que devasta a países como México- era previsible al comenzar el año. Todo cambia día a día, todo se corrompe, todo se destruye”.
“Sin embargo -añadió-, en medio de la catástrofe, al centro del horror que nos cerca por todas partes, siguen en pie, y hoy como nunca son capaces de darnos respuestas, el misterio y la gloria del Quijote”. Vale.
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