sábado, 16 de febrero de 2008

Gonzalo de Berceo, El mester de clerecía

El mester de clerecia

Frente al mester de juglaría caracterizado por su contenido popular y la irregularidad métrica, surge en el siglo XIII una nueva escuela narrativa de carácter erudito : el mester de clerecía, cultivado por clérigos, aunque entendiendo siempre por tales no sólo a quienes lo eran propiamente, sino también - según la conocida definición- a todo hombre culto y letrado, que poseyera la educación latino-eclesiástica.
Los caballeros, lo mismo que los reyes, vivían entregados casi exclusivamente a los negocios de la política y al oficio de las armas, y con frecuencia desconocían hasta los rudimentos de la escritura ; durante la Alta Edad Media, sobre todo, fueron numerosos los monarcas que no supieron firmar. El "pueblo" por su parte, entendiendo como tal incluso, en su más amplio sentido a la clase media o burguesa, tardaría aún largo tiempo en incorporarse al mundo de la cultura literaria con el nacimiento y desarrollo de las ciudades.

El saber se refugia, pues, en los monasterios y durante siglos es patrimonio esencial de los clérigos, de donde nace la atribución de este carácter a quienes se entregan al estudio, aunque no fuese aquélla su condición real : clerecía y saber se hacen sinónimos.
Estos "clérigos" letrados habían escrito hasta entonces sus obras en latín, pero debido al uso creciente de la lengua romance, y, por tanto, al hecho de que cada día iba siendo menor el número de los que podían entender el idioma clásico, acabaron por descender al cultivo de la lengua popular con el propósito de difundir entre las gentes el saber que atesoraban en sus bibliotecas :
Quiero fer una prosa en román paladino en el qual suele el pueblo fablar a su vecino dice Gonzalo de Berceo en el comienzo de la Vida de Santo Domingo de Silos.

El mester de clerecía no desplazó, sino que coexistió con el de juglaría y con las diversas formas y escuelas líricas, pero sin llegar a confundirse jamás con ellas. Mantuvo siempre su carácter peculiar y no fue nunca ni la poesía del pueblo ni de la clase militar, y mucho menos - como tantas veces la lírica -, mera letra de canciones para las fiestas y diversiones de la multitud.

La separación entre uno y otro mester - el de juglaría y el de clerecía - no siempre es tan radical como podría parecer a primera vista. Por lo pronto emplean ya el mismo idioma y se dirigen a un mismo tipo de público. Además no es infrecuente que los clérigos extraigan temas de la cantera popular o de la tradición épica, al menos como elementos accesorios.

Los rasgos esenciales que definen el mester de clerecía pueden resumirse en los siguientes:

• Todos los poemas de este mester están escritos en estrofas de cuatro versos alejandrinos (de catorce sílabas, divididos por una cesura en dos hemistiquios de siete) con una sola rima consonante (= tetrástrofo monorrimo o cuaderna vía) A diferencia de la habitual irregularidad métrica de las gestas, los poetas de clerecía respetan, con tenaz consonancia, su riguroso canon métrico - diversas imperfecciones en la medida de los versos se pueden atribuir a errores de los copistas.
• El lenguaje del mester de clerecía pretende ser mucho más cuidado y selecto que el de juglaría, lo cual es expresado en la segunda estrofa de Libro de Alexandre (primera mitad del siglo XIII), un poema que consta de 10000 versos:
Mester traigo fermoso, non es de joglaría,
mester es sin pecado, ca es de clerezía;
fablar curso rimado por la cuaderna vía,
a sílabas contadas, ca es grant maestría.
• La característica fundamental del mester de clerecía radica en su temática. Con excepción de Berceo, ninguna obra del mester de clerecía, abarca temas religiosos. Las obras del mester de clerecía tratan de tomar materias del saber escrito, al que no se tenía acceso sin una dedicación estudiosa.
• A parte de esto hay que destacar la acusada tendencia de los poetas de entonces por basarse en fuentes escritas. Frente al poema épico, que se inspira en hechos históricos, en general, coetáneos, los autores del mester de clerecía parten de fuentes escritas, de donde extraen los temas. Con frecuencia apelan al testimonio del libro como prueba máxima de veracidad y autoridad. Las fuentes que utilizan son, en primer lugar, la Biblia, traducida tempranamente al romance ; también son importantes las fuentes latinas, al igual que fuentes francesas, fruto de las relaciones múltiples entre los dos países.

Los autores de clerecía siguen la norma clásica del "enseñar deleitando" y pretenden educar, instruir, aleccionar, presentando unos protagonistas ejemplares que encarnan destacadas cualidades morales. A menudo la obra entera es un "enxiemplo" de marcada intención didáctica y de cierta verosimilitud características que la diferencian del mester de juglaría

Cronológicamente el mester de clerecía se prolongó desde mediados del siglo XIII hasta finales del siglo XIV. Durante el primero de estos siglos se atuvo casi con absoluto rigor a los moldes métricos anteriormente descritos. Pero a partir del siglo XIV, aunque manteniéndose en sustancia dentro de ellos, abre las cerradas filas de sus tetrástofros para dar entrada a formas poéticas distintas de carácter lírico y metro más breve. Otras veces, por el contrario, aparecen versos de diez y seis sílabas - probablemente bajo el influjo de las formas épicas que tienden ya hacia el cauce definitivo del romance- o se encogen en cuartetas heptasílabas como resultado de separar los dos hemistiquios del alejandrino.

Otra característica esencial separa la clerecía de ambos siglos. Al primero de ellos corresponden obras anónimas - con la sola excepción de Berceo -, de carácter mucho más impersonal, más rígido y, literariamente, más "objetivo". El natural primitivismo no consiente todavía - salvo en corta medida - la proyección personal del escritor. Pero el siglo XIV contempla ya la aparición de grandes figuras literarias, y el mester de clerecía, pese a su innegable rigidez, acoge obras de inconfundible personalidad, a saber las del Arcipreste de Hita y López de Ayala.

Gonzalo de Berceo (ca. 1195 - 1264)

De Berceo, primer poeta castellano de nombre conocido y el más genuino representante del mester de clerecía, se sabe bastante, aunque si se compara con otros poetas contemporáneos o aun posteriores puede parecer francamente poco.
Berceo mismo, como otros escritores antiguos, se nombra en sus composiciones y nos proporciona algunos datos sobre su persona. Esta mención del nombre la justifica, aduciendo que su intención es lograr mediante las oraciones de oyentes y lectores el perdón de sus pecados y éste es también el motivo citado en ciertos pasajes donde alude a la virgen : "Nuestra Señora".

Sabemos además que nació hacia finales del siglo XII en el pueblo de Berceo, perteneciente a la diócesis de Calahorra, en la Rioja. Se educó en el monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla; monasterio de cierta relevancia en aquella época, al que estuvo ligado no se sabe exactamente si como sacerdote, simple monje o clérigo secular: El título de maestro que se da en varias obras podría ser un título universitario, otorgado por la universidad de Palencia, donde se habría formado entre 1223 y 1236.

Frecuentemente se le ha calificado de poeta simple e ingenuo, que no aporta nada original, sino que repite lugares comunes de la tradición literaria y religiosa imperante en la época. Sin embargo, el estudio detallado de su obra nos revela un autor que maneja con maestría la nueva forma poética -la cuaderna vía-. La creación poética de Berceo es, sin embargo, de clara orientación popular. Berceo es un autor que divulga y explica, con clara intencionalidad catequística o propagandística. Berceo se aparta de los manuales de teología de la época -muy teóricos y difíciles de comprender para el pueblo llano- y nos presenta una teología básicamente existencial ,de utilidad para el hombre medieval.

Gonzalo de Berceo debió de morir bastante mayor; diversas escrituras notariales mencionan que vivía aun en 1264. Pero a pesar de esto, poco más es lo que se conoce de su vida, que debió de transcurrir plácidamente entre gentes sencillas, entregada a sus deberes religiosos y a componer sus obras.

Todas las obras de Berceo son religiosas, escritas en cuaderna vía. Su obra, enmarcada dentro del mester de clerecía, se clasifica en tres grupos: vidas de santos (Vida de San Millán, Vida de Santo Domingo de Silos, Poema Santa Oria, Martirio de San Lorenzo); poemas marianos (Loores de la Virgen, Duelo de la Virgen, Milagros de Nuestra Señora); y poemas de otros temas religiosos (De los signos que aparecerán antes del juicio final, Del sacrificio de la misa)

Atendiendo al contenido teológico de su obra, podemos diferenciar dos categorías principales:

o obras de teología moral
o obras de teología dogmática.

En sus obras hagiográficas, más que hablar de los vicios y virtudes en abstracto, divulga la vida de unos personajes que han seguido la senda de la virtud. Todas las obras presentan una estructura similar:
o exordium, invocación a Dios.
o captatio benevolentiæ, atracción de la audiencia
o preparación del público se narra una 'historia'
o infancia y juventud: orígenes humildes en un medio pastoril
o visita al preceptor espiritual
o vida eremítica, solitaria, como medio de buscar la virtud
o la santidad es ratificada por los milagros en vida y, sobre todo, los realizados tras su muerte

En las obras dogmáticas refiere el conjunto de verdades que constituyen el 'credo religioso' sobre el que se fundamenta la piedad del individuo. La piedad que proyecta Berceo se centra principalmente en la Virgen, aunque tampoco olvida la figura de Cristo.
La piedad mariana en Berceo entronca con una corriente muy poderosa en la Edad Media (otros ejemplos serán Alfonso X el Sabio y Raimundo Lulio). María, madre de Jesús, tiene un acceso directo e inmediato a su hijo y por consiguiente actúa como intercesora entre el ser humano y Dios ; es la abogada que defiende a sus fieles, la que socorre a los hombres en sus momentos de necesidad. Su actitud materna la inclinan a ser benevolente con sus hijos y por ello defiende y aboga por sus fieles, que según la fe cristiana son hijos suyos, ante Jesús, su hijo divino.

Los Milagros de Nuestra Señora constituyen la más importante y extensa obra de Berceo, y se compone de veinticinco narraciones precedidas de una introducción alegórica. Se trata de otros tantos milagros que realiza la Virgen en favor de sus devotos para salvar su alma o protegerles de algún mal. Un ladrón devoto de la Virgen va a ser ahorcado, pero la Virgen coloca las manos entre el cuello y la soga y le salva de la muerte ; un monje se ahoga en un torrente al regresar de una aventura pecaminosa, pero la Virgen le resucita para que pueda hacer penitencia y salvar su alma ; un clérigo ignorante es acusado de no saber otra misa que la de la Virgen y se le retiran las licencias, pero acude en demanda de consejo a María, que se le aparece - indignada - al obispo y le ordena que permita al clérigo celebrar su misa como tenía por costumbre. Teófilo, especie de fausto medieval, vende su alma al diablo movido de la codicia, pero se a rrepiente luego y la Virgen rescata el documento de venta ; en un pleito de dinero el Niño Jesús, que la virgen sostiene en sus brazos, habla en defensa del acreedor que la había puesto como testigo de su préstamo. Un clérigo y un lego tratan de robar una iglesia, pero al intentar el clérigo despojar a la Virgen de su manto, se le quedan adheridas a él sus manos, que ya no le son posibles despegar, prodigio que le vale el perdón de la justicia - al ser luego apresado -, pues en él se reconoce la protección que la Virgen quería dispensar al pecador, etc.
Después de los Milagros, las vidas de santos representan lo más importante de su producción. También para la composición de estas obras se inspiró en modelos escritos : para la Vida de Santo Domingo de Silos en la historia latina del abad Grimaldo ; para la de San Millán en el original latino de san Braulio ; y para la de Santa Oria en el relato de Munio, confesor de la Santa.
Al limitarse a un solo personaje fundamental cada uno de estos libros, carecen de la movida variedad que caracteriza a los Milagros de Nuestra Señora, pero en cambio, se acentúa en ellos el rasgo realista, vivo y popular. El poeta se enfrenta ahora con modelos más próximos, moradores de su mismo monasterio, habitantes de los paisajes y los pueblos que le eran familiares.
En las vidas de San Millán y Santo Domingo de Silos, Berceo rinde su tributo de gratitud al monasterio en que se educó y vivió, cantando las glorias de la orden benedictina, los repetidos milagros de sus santos, sus vidas humildes y esforzadas
La Vida de Santa Oria, escrita por Berceo en su vejez, revela ya el cansancio del escritor, pero también al mismo tiempo se enfatiza en estas estrofas su religiosidad que en ocasiones se ilumina y caldea con cierto fervor místico. El poeta, inmerso de ternura y melancolía, parece desear - y ver aproximarse - la gloria celestial , llena de resplandores, en la que había situado el triunfo de sus santos.
Sin alcanzar en su conjunto la armonía poética de los Milagros de Nuestra Señora, tienen estas tres Vidas su misma graciosa sencillez de delicado retablo, primitivo, llenas de encanto, de agreste sentido popular y sabroso humorismo.

Las obras restantes están muy lejos de la importancia de las ya comentadas. Berceo carece todavía en estos libros - puesto que puede representar el aprendizaje del autor en el manejo de su "mester" - de la poética inspiración que daba acentos tan personales a sus otras paginas por encima de todos los modelos.

No hay comentarios:

A MI HONORABLE PADRE. 19/05/08

A mi honorable padre.

Me encuentro en una situación difícil, pero cómoda. Es como si flotara en el espacio de los recuerdos. Todo sabe a recuerdos, todo son momentos vividos. Si camino, recuerdo; si pienso recuerdo más intensamente; si tomo cerveza, recuerdo instantes que compartimos; si voy a la compra, él siempre está presente. Todo lo que hay a mi alrededor me recuerda a él. Sueño con su presencia. Fue una persona muy importante en mi vida y para mi vida. Le dije millones de veces que lo quería y eso me reconforta sobremanera. Ahí ando, en estos senderos me encuentro. En alguna ocasión, los lagrimales vierten alguna gota de dolor. Sigo viviéndolo mucho más intensamente que cuando me regalaba su presencia.
Fue un hombre bueno, un buen hombre. Íntegro hasta la exageración. Honesto hasta hacer de la honestidad misma su modo de vivir. Paciente como el mejor chacal que espera el movimiento de su presa para capturarla, él para ayudarla. No tenía palabras de más, las que usaba se llenaban de esperanza y de emoción contenida. Lo quise hasta la profundidad del alma compartida y amiga. Tuve poca comunicación con él en los últimos años porque se apagaba su intelecto y, a la vez, su generosidad de coloso humano.Todo huele a él; todo sabe a él; todo suena a él. A él. A él mismo.

Siempre te recordaré, siempre te querré querido papá.

IN MEMORIAM - Tu hijo Josemari.


A MI MADRE

A MI MUSA

¿Y ahora qué? Ya no estás a mi lado.
Tu presencia se deshace tal el hielo
en fuego, se fija como una obsesión
que me llena y me llega y me yaga
en tremendos nubarrones irónicos
que deshacen amapolas de sueño.
Ese sueño sutil y estremecedor
de tu voz, de tu sonrisa,
de tus tranquilizadoras manos,
alentadoras de sueños.
¡Dímelo al oído cuando estés!
Dime que quieres aunque sea un susurro mío,
un agradable abrazo mío, tal vez
un espontáneo beso mío.
¡Dímelo cuando estés!
Dime que el sueño sueña,
dime que el amor ama,
dime que sin llorar lloras,
dime que no podemos hacer nada, ya
dime que me quieres.
¡Dímelo mamá cuando estés!
Te quiero, quise y querré, a morir, planeta de mis sueños.

LA MISIÓN DE EDUCAR

Educar es lo mismo que ponerle un motor a una barca. Hay que medir, pesar, equilibrar... y poner todo en marcha. Pero para eso uno tiene que llevar en el alma un poco de marino, un poco de pirata, un poco de poeta, y un kilo y medio de de paciencia concentrada. Pero es consolador soñar, que ese inexperto barco mientras uno lo trabaja, irá muy lejos por el agua. Soñar que ese navío llevará nuestra carga de palabras hacia puertos distantes, hasta islas lejanas. Soñar que cuando un día esté durmiendo nuestra propia barca, en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada. Manuela Fernández

PARA MI VIDA, PARA TI.


PARA MI VIDA, PARA TI.

Amor, azucena celestial,
que nada entre espumosas olas,
¿por qué no me dices que me quieres?
¿por qué no colocas tu dulce,
perfume entre caracolas?
Dime amor, huele mi perfume,
ama mi instante, sueña con
tu sombra, con tu recuerdo,
inventa la estrella, ama el infinito
exhala perfumes inquietos
y dormidos silencios de placer.
¿Por qué no me dices que me quieres?
Hambre de mis venas,
Elegíaca amaca,
Luz de mis luces,
Entrada de mis penas,
Novela sin escribir,
Amor de mi vida.
¿Qué quieres que te diga más?
¿Qué? ¿Qué sueñas?

Powered By Blogger