Con frecuencia, los Nobel son objeto de polémica, como ocurrió con el galardón a un cantautor como Bob Dylan. Cuando Fosse aún no era Nobel tenía opiniones sobre ello: “Fue una cosa loca. He traducido a John Ashbery al noruego y pensé en él. ¿Cómo podían dárselo a Dylan y no a Ashbery? No lo comprendo. Luego Ashbery murió, así que ya no lo ganará. Hay algo que está mal. Dylan tiene canciones maravillosas y Mr. Tambourine Man es gran poesía en forma de letras de canciones. Pero es mucho mejor cuando lo escuchas cantado que cuando lo lees, y la clave para mí es que si esto es un premio de literatura en el sentido estricto, ¿por qué no Ashbery?”.
El año pasado ganó la francesa Annie Ernaux; se reconocía así una carrera larga no siempre valorada, debido al gusto de la autora por lo autobiográfico (o la autoficción). Las controversias a veces se dan por el género literario que se premia (como la autoficción, el reporterismo, en el caso de Svetlana Aleksiévich, y hasta la canción, en el caso de Dylan), como por el origen del premiado, algunas veces lejano (desde el punto de vista eurocéntrico). Autores como el chino Mo Yan o el tanzano Abdulrazak Gurnah resultaban desconocidos para la mayoría de lectores occidentales.
En cuanto al género (no el literario, sino el identitario), si bien durante el siglo XX el premio estuvo totalmente descompensado a favor de los hombres, como era el signo de los tiempos, en los últimos años se ha equilibrado: el palmarés parece fluir acorde a cada época. Con este galardonado van 103 hombres y 17 mujeres. En el último decenio lo han ganado cinco mujeres y cinco hombres, completa paridad. Desde 2017, cuando ganó Kazuo Ishiguro, ha habido alternancia de género a cada año. Esta vez tocaba hombre y ganó hombre. Fosse era uno de los nombres que más sonaban en las quinielas, y acertaron; otros de los nombres más probables eran la china Can Xue, el australiano Gerald Murnane, la canadiense Anne Carson o la rusa Liudmila Ulítskaya. A pesar de todo, Fosse no está muy interesado en la literatura contemporánea, declaraba en 2019 a este periódico. Prefería leer teología. “Me encantaría ser un cura, creo”.
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